Por Camilo Salvadó* - Guatemala,
29 de diciembre de 2015
Un año complejo y "un presidente de a sombrero"
Los casi cuatro años de gobierno del
Partido Patriota no tuvieron muchas sorpresas.
Desde los primeros días
de gobierno se empezaron a cumplir las promesas de campaña electoral:
seguridad y "mano dura". El despliegue de policías y soldados
protegiendo a distintas empresas privadas y rutas turísticas, ayudaron a
calmar los temores de muchos pobladores urbanos adinerados. Mientras
tanto, las extorsiones, los asaltos en autobuses y los asesinatos de
pobladores urbanos pobres no se detuvieron, ni fueron parte de la agenda
de prioridades del PP. Tampoco lo fue la reducción de la pobreza en
áreas urbanas. Para el año pasado, la pobreza urbana llegó a un 42.1 %
(una cifra conservadora para cualquier observador de la realidad
urbana).
En las áreas rurales se vivió una
situación similar, aunque más intensa. En lugares como las Verapaces,
Petén e Izabal, el enfoque contrainsurgente de la seguridad se desplegó
por completo sin ningún disimulo. La vigilancia militarizada de
comunidades y ciudades se incrementó, haciendo recordar los días de la
guerra a muchos pobladores rurales. Los desalojos fueron cada vez más
frecuentes, tanto a cargo de "fuerzas de seguridad" públicas, como
privadas. Esta situación se repitió tanto en los desalojos de
comunidades agrarias como en los de comunidades en resistencia contra
proyectos neo extractivos (mineros e hidroeléctricos) que ponen en
riesgo su entorno natural y territorial. La prioridad del gobierno del
PP fue brindar seguridad a empresas petroleras, mineras, hidroeléctricas
o agro extractivas (por ejemplo, caña y palma africana).
Los programas sociales fracasaron
por completo, tanto debido a la corrupción como al enfoque clientelar de
los mismos. El Plan Hambre Cero no logró disminuir de forma efectiva el
49% de desnutrición infantil, ni se tomaron otras medidas para combatir
el hambre en el campo (por ejemplo, un plan tipo "Cero Desalojos"). Por
el contrario, según se pueden interpretar los datos de la última
Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, durante los períodos de
gobiernos de la UNE y el PP, ambos con sendos programas sociales, la
pobreza general aumentó de 51 a 59%, y la pobreza extrema de 15 a 23%.
La pobreza entre la población
indígena se incrementó de 75 a 79 %, así como la pobreza rural, de 70 a
76 %. El departamento con los más altos índices de pobreza fue Alta
Verapaz, con un 83 %. En los otros departamentos de la Región Norte, la
pobreza general llegó a 60% en Petén, 59% en Izabal y 66% en Baja
Verapaz. Es decir, en tres de los cuatro departamentos de la Región
aumentó la pobreza general.
En otras palabras, como ya se
indicó: nada de sorpresas durante el gobierno del PP. Dicho gobierno se
limitó a hacer lo que todos esperaban, tanto sus opositores como sus
aliados y defensores. Sin embargo, desde finales del año 2014 y a lo
largo del 2015 salió a la luz información sobre la desmedida corrupción
de funcionarios de gobierno, lo que finalmente alcanzó incluso a la
vicepresidenta Baldetti y al presidente Pérez Molina. Aunque la
información era cierta, nos preguntamos ¿por qué solo fue revelada hasta
este año electoral?, ¿quién o quienes salieron beneficiados por esto?
Al respecto podemos decir que la
corrupción no es nada nuevo. Es una realidad tan antigua como la
política. No se trata de individuos deshonestos (aunque hay mucho de
eso), ni de un error o falla del sistema político dominante; por el
contrario, eso que llamamos corrupción es parte fundamental de dicho
sistema. En cierto modo, todos sabemos que los gobernantes van a
enriquecerse a su paso por el gobierno, pero esperamos que al menos
realicen algunas obras. Sin embargo, en esta ocasión el despilfarro y la
ostentación de los funcionarios contrastaban demasiado con la
desoladora situación de pobreza, y la crisis en educación y salud
pública. Esto desató la indignación generalizada.
Lo que empezó como protestas contra
la corrupción, poco a poco fue un espacio de articulación y un
catalizador político que hizo coincidir a los más diversos sectores, con
reivindicaciones muy distintas, desde distintas propuestas de reforma
del Estado hasta el aplazamiento de las elecciones generales. Desde
grupos con variados matices de pensamiento de izquierda, pasando por
todo el espectro político del centro y centro derecha, hasta llegar a
grupos de ultra derecha como la Asociación de Veteranos Militares
(AVEMILGUA), la Liga Pro Patria o la Fundación contra el Terrorismo.
Estas movilizaciones fueron haciéndose más fuertes y frecuentes, hasta
que finalmente se consiguió la renuncia y enjuiciamiento de los
mencionados funcionarios.
Sin embargo, abundaron los análisis
triunfalistas y simplistas de tan compleja coyuntura. Si bien es cierto
que se trató de un hecho histórico muy importante –y hasta cierto punto
sin precedentes–, tampoco se puede afirmar que "los guatemaltecos jamás
se habían movilizado de esa forma para forzar la renuncia de un
presidente". Quienes así lo afirmaron no recordaron o no quisieron
recordar los derrocamientos de sus queridos Estrada Cabrera y Ubico, por
ejemplo, impulsados principalmente por pobladores urbanos. Asimismo, al
hacer afirmaciones del tipo "por primera vez los guatemaltecos salieron
a las calles a protestar", se niegan las múltiples y diversas
movilizaciones y manifestaciones de grupos indígenas y campesinos, no
solo durante el gobierno del PP sino desde muchos años antes.
La solución a la crisis la dio el
mismo sistema político que la creó. La renuncia de Pérez y Baldetti, la
designación de Alejandro Maldonado para concluir el período de gobierno
del PP y la victoria electoral de James Morales, del partido FCN
(fundado por miembros de AVEMILGUA), dan la apariencia de una obra de
teatro ¿tal vez una comedia? o incluso de una partida de ajedrez
arreglada.
Sería demasiado simplista hablar de
un fraude electoral. Lo que esta compleja coyuntura ocultó en realidad
fueron las pugnas internas y el reacomodo de los distintos grupos del
bloque en el poder, después de estar a punto de enfrentar la posibilidad
de cambios radicales en el sistema político dominante. Las piezas en el
tablero se movieron como tenían que moverse, y el alfil que
representaba el papel de un político nuevo y honesto, sin vínculos con
el pasado, salió triunfador en las elecciones generales, como era de
esperarse. Los grupos dominantes supieron manipular a la perfección la
opinión pública y las decisiones de aquellos que aún confiaban en el
sistema electoral y optaron por ir a votar, ya fuese a favor del "nuevo
político" o en contra del "fantasma del comunismo", representado por la
UNE y Sandra Torres, en la mente afiebrada, anticomunista y
antiterrorista de muchos.
Otra lectura simplista de la
situación es la realizado por varios analistas tanto de izquierda como
de derecha, que ven en el presidente electo "un payaso", un
"improvisado", un tipo que llegó a la presidencia "por casualidad". Esto
se debe a que, como todos sabemos, Morales ha actuado y producido
varias comedias. Sin embargo, se sabe que tiene preparación
universitaria en economía y seguridad, y más allá de eso, que tiene
vínculos políticos y amistosos con miembros de AVEMILGUA, la Fundación
por el Terrorismo y otros grupos e individuos similares. También resulta
chocante que Morales haya realizado hace varios años una película de
ficción titulada "Un presidente de a sombrero", en la cual el
protagonista (Morales) llega a ser presidente luego de impedir un falso
atentado "terrorista" así como debido al desengaño de los electores
frente a la corrupción de los políticos tradicionales. ¿Casualidad? ¿La
política imita al arte? No tenemos la respuesta, pero en verdad a veces
es mejor reír para no llorar...
En síntesis, durante el complejo y
difícil año 2015, asistimos al ocaso del gobierno del Partido Patriota
(así como de dicho partido político), pero tanto el presidente actual,
Maldonado, como el presidente electo, Morales representan en el fondo lo
mismo que Pérez Molina: la continuidad del sistema de dominación
vigente. Si bien es aún temprano para hacer predicciones, hay
suficientes elementos e indicios en el discurso del presidente electo,
demasiadas similitudes con el discurso del presidente depuesto, como
para ignorarlas.
En los discursos de los tres
políticos mencionados, se evidencia el mismo guion con un discurso neo
liberal en lo económico y neo conservador en lo político. Es decir, la
ruta del Estado guatemalteco sigue siendo la misma, con o sin el PP.
Empecemos el mes de enero del 2016 con paciencia, tratando de recuperar
fuerzas para un camino cuesta arriba, y sabiendo que los cambios que
este país necesita no se logran en seis meses ni mucho menos en cuatro
años. Ánimo.
* Equipo PICTA, AVANCSO
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