Por Tobias Roberts - Guatemala, 20 de noviembre de 2013
Se dice que una vez en el corazón de
alguna sierra de unas montañas lejanas, se convocó una reunión de
emergencia de todos los animales del bosque. Un grupo de cazadores
humanos habían rodeado a los animales y habían prendido un anillo de
fuego desde los cuatros puntos cardinales que rápidamente ardía hacia el
centro. Los animales, indefensos y confusos, estaban atrapados, y sin
una pronta decisión, todas perecerían por este fuego consumador.
El jaguar, el más rápido del bosque,
consideró que debían intentar correr por las llamas hasta llegar al otro
lado, pero nadie se prestaba a ser la prueba. El topo opinó que debían
trabajar todos juntos para cavar unos túneles debajo de la tierra hasta
llegar al otro lado del fuego, pero para hacer un túnel suficiente
grande para el venado costarían meses de trabajo. El armadillo
aconsejaba que cada animal buscara algo en el bosque para cubrirse de
las llamas hasta que terminara el fuego, pero todo lo que buscaban para
taparse se incineraba por las llamas.
La desesperación de aquellos animales
crecían cada vez más hasta que el pequeño e insignificante lombriz
quiso ofrecer una idea. “¿Por qué no intentamos cavar una zanja en
círculo para que el fuego no pase de ahí y todos nos resguardamos dentro
del círculo hasta que el fuego se acabe?” susurraba. Después de años de
cavar acequias en su paciente labor de abonar la tierra del bosque,
sabía con toda certidumbre que una cuneta bien hecha podría detener
hasta el avance del fuego.
Sin embargo, nadie le prestaba
atención. Los animales más grandes que ya habían elevado la discusión a
gritos, ni escuchaban sus tímidos susurros. Los poco que lograron
escucharle, ridiculizaban su propuesta. “¿Qué va a saber esa asquerosa
lombriz?” burlaba el zorro. “Solo pasa todo el día arrastrándose por el
lodo. ¿Qué nos podría enseñar?” gritaba el mono.
Y así, por su pequeñez, por la
discriminación histórica que enfrentaba la lombriz, y por la supuesta
superioridad intelectual de los demás, los cazadores humanos comieron
bien esa noche porque todos los animales perecieron por el fuego.
La multifacética crisis que enfrenta
el mundo de hoy nos tiene en una situación que se asemeja mucho a los
animales de aquel bosque metafórico. Todas las posibles soluciones a las
crisis ecológica, energética, alimentaria, social, etc. provienen de un
solo sector de la sociedad. La academia occidental junto con los
poderes económicos, tecnológicos, y mediáticos han logrado limitar y
acercar el debate sobre respuestas y soluciones a esta crisis a ideas
que surgen exclusivamente desde ellos mismos. Como los animales de
nuestro proverbial bosque, no aceptan escuchar ideas que surgen de otros
saberes. Más bien, se refugian en la supuesta superioridad de la
tradición occidental y así continúan el proceso histórico de
“epistemicidio” en contra de otros saberes y conocimientos. En el caso
de los pueblos indígenas y originarios, sus saberes ancestrales han sido
el blanco del ataque epistemológico occidental. El conocimiento y
sabiduría indígena nace de un paradigma contrario y así provoca la ira
del occidente cuyo conocimiento es presumidamente el único que vale.
Lamentablemente, este “epistemicidio” parece dirigirnos colectivamente
al mismo desenlace que tocó los animales del bosque.
En el norte del Altiplano de
Guatemala, el pueblo Maya Ixil está creando una alternativa propia de
educación universitaria que reivindica el saber ancestral Ixil y rechaza
la imposición de las formas de la educación occidental. La Universidad
Ixil es una universidad poca ortodoxa. Sus clases se realizan entre la
milpa, en una cueva sagrada, al lado de un río o en un salón
comunitario. Los libros más importantes son los cerebros llenos de
recuerdos de los más ancianos y ancianas de la comunidad. En vez de
limitarse a estudiar autores y expertos occidentales, se prioriza el
conocimiento no escrito que resguarda la misma comunidad.
Este año se gradúa la primera
promoción de 12 estudiantes en la carrera de técnicos en desarrollo
rural con énfasis en bienes naturales. Durante este último año de
estudio, cada estudiante se ha involucrado en un proceso intensivo de
investigación comunitaria para su tesina de graduación. Como tutor de
estos 12 estudiantes Ixiles, he tenido el inmenso privilegio de
liberarme de las ataduras de la intelectualidad de la academia
occidental y así aprender de epistemologías no occidentales, en este
caso del pueblo Ixil.
Por la misma discriminación que sufre
el pueblo Ixil y su Universidad, se corre el enorme riesgo que las
tesinas de estos 12 estudiantes y los hallazgos importantísimas que
descubren no reciben su merecida atención y publicidad. Hay personas
Ixiles que ridiculizan la Universidad Ixil porque los estudiantes “ni
leen muchos libros y solo pasan el tiempo hablando con los viejos.” El
hecho de que el Ministerio de Educación de Guatemala todavía no ha
acreditado a esta Universidad porque no cuenta con 3 edificios ni con un
presupuesto de 4 millones de quetzales anuales solo confirma esta obvia
discriminación y la prelación hacia las universidades que reproducen
los estándares y normas del conocimiento occidental.
Este breve ensayo, entonces, intenta
propagar el trabajo de los 12 estudiantes graduados de la Universidad
Ixil y de visibilizar el inmenso valor de la epistemología, el
conocimiento y la sabiduría Ixil que describen.
La antropóloga canadiense Marlene
Brandt Castellano nombra cuatro características del conocimiento
originario o indígena. Aunque se refería a las tradiciones indígenas en
general, estas características, a mi juicio, coinciden bastante con el
conocimiento Ixil descrito y sintetizado por las 12 tesinas de la
Universidad Ixil.
La primera característica es que el
conocimiento Ixil es personal. Castellano explica que “el conocimiento
indígena es arraigado en experiencia personal y no se presume a la
universalidad.”1 El conocimiento así es sumamente contextual y ligado a
las particularidades de un lugar concreto. A las crisis mundiales de
hoy, en cambio, se ofrecen soluciones supuestamente universales
formuladas atrás de un escritorio en la oficina de alguna agencia de
cooperación o en la facultad de una universidad de Europa.
Por ejemplo, para limitar la emisión
de gases de efecto invernadero, la ONU a través del mercado de carbono
permite que el gobierno de Holanda (un país contaminador) pague una
empresa hondureña para construir una mega-hidroeléctrica en territorio
Ixil para exportar energía a San Salvador. Esta “solución” (y el
conocimiento que la concibió) a un aspecto de la crisis ecológica de
nuestro tiempo es obviamente desligada de la particularidad de un lugar
concreto. La supuesta “universalidad” del mercado de carbono al problema
del calentamiento global no solo no está funcionando, sino que permite
esconder los efectos negativos de esta “solución” en lugares escondidos
poblados por personas que la sociedad razona desechables.
En cambio, las soluciones que nacen
de la “contextualidad” del conocimiento Ixil se refleja en las tesinas
de los estudiantes. Para cuidar el bosque de su comunidad (y así
responder al calentamiento global a un nivel local), el estudiante
Vicente Jacinto Raymundo cuenta que el pueblo Ixil se refugiaba en el
valor ancestral del respeto que hacía que “todos los bienes se
consideraban sagrados.” Vicente cuenta que los ancianos enseñan que “el
agua no es un recurso para comercializar, sino un vital líquido no
producido por el hombre que existía antes de que uno naciera y quedara
permanente cuando uno muera.” El conocimiento Ixil, entonces, considera
que la responsabilidad de cuidar los recursos naturales de la comunidad
comienza con un reconocimiento de las limitaciones del ser humano y no
presume tener la capacidad ni el derecho de creer ciegamente en el
progreso tecnológico ni en la supuesta habilidad del ser humano de
controlar su entorno.
El conocimiento demostrado en las
tesinas de los estudiantes de la Universidad Ixil no presume dirigirse
hacia otros contextos u otros pueblos. Más bien, se presume ser una
respuesta moldeada a la realidad íntima de una comunidad concreta. El
conocimiento sobre cómo cuidar el bosque o preservar un río es personal
porque la vida del pueblo Ixil está estructurada a una escala humana que
no esté separado de su entorno y que por eso tienen que vivir con las
consecuencias de sus conocimientos y prácticas. Si se compara el bosque
de Holanda con el bosque del pueblo Ixil, vuelve evidente que un
conocimiento arraigado en la experiencia personal de una comunidad
determinada sea más efectivo para responder a los múltiples problemas
globales de hoy.
La segunda característica del
conocimiento Ixil es que es un conocimiento transmitido a través de una
tradición oral. Esta característica del conocimiento Ixil parecería
chocar fuertemente con el requisito de la Universidad Ixil de pedir a
los estudiantes de crear un informe escrito de su trabajo de
investigación. Ciertamente, la parte más difícil del proceso de la
tesina para los estudiantes fue la redacción del informe. La redacción,
en muchos casos, no se conformaba a los rigurosos estándares de la
academia occidental. La Universidad Ixil, sin embargo, se creó con el
objetivo de abrir espacios de educación universitaria para los jóvenes
que quedaban excluidos del sistema oficial de educación. El hecho de que
los estudiantes que provenían de familias campesinas humildes no podían
pagar las cuotas altas de una universidad prestigiosa o de un colegio
privado de renombre académico era la causa de unos cuantos errores
gramaticales.
Sin embargo, la redacción de las
tesinas de los estudiantes revelaba un importante aspecto de la
tradición oral de su cultura. Los informes escritos eran tediosamente
repetitivos. En algunos casos, la misma frase podría ser repetida
textualmente hasta cinco veces en el mismo párrafo. Esta repetitividad
podría ser malinterpretada como una falta de escolaridad por la
jerarquía académica occidental, pero a un nivel más profundo demostraba
una característica esencial de una cultura que históricamente ha
dependido de la transmisión oral del conocimiento. Castellanos considera
que “los pueblos originarios saben que el conocimiento es el poder
y…que el que enseña tiene la obligación de considerar si el que aprende
está preparado para usar este conocimiento responsablemente.”2
El estudiante Jacinto Cedillo Brito
hacía su investigación sobre la agricultura campesina Ixil. En su
informe escrito, repetía persistentemente que “los abuelos enseñan que
lo más importante es mantener la fertilidad de la tierra.” Se repetía
esa frase porque al revisar las notas de su trabajo de campo, se nota
que esa sabiduría fue compartida por cada agricultor y autoridad
ancestral que entrevistó en su comunidad. La repetitividad no era por
falta de otras ideas del estudiante, sino porque intentaba ser fiel al
conocimiento que compartió los ancianos de su comunidad.
En la tradición oral, hay una gran
responsabilidad en transmitir conocimiento de anciano a joven, pero
también una responsabilidad en ser capaz de usar este conocimiento al
ponerlo en práctica. En la Región Ixil, al igual que otros pueblos
indígenas, la brecha generacional entre los ancianos y los jóvenes ha
sido exacerbada por la intromisión de la cultura occidental. El proceso
investigativo de la tesina abría la oportunidad de restablecer la
comunicación entre las dos generaciones. Sin embargo, muchos de los
ancianos y autoridades ancestrales del pueblo Ixil previsiblemente
sospecharon de este inesperado interés de los jóvenes por el
conocimiento ancestral. Es muy probable que la repetitividad en la
redacción de las tesinas reflejara la sabiduría de los ancianos Ixiles
quienes optaban compartir con los jóvenes los conocimientos que podrían
ser utilizados en la praxis comunitaria. El conocimiento no se transmite
para ganar un diploma, sino para ser utilizado para mantener las
tradiciones y la vida de la comunidad.
Una tercera característica del
conocimiento Ixil es que es un conocimiento en base de la experiencia.
Algo se conoce porque uno lo ha experimentado personalmente. Para
conocer cómo funciona el sistema de justicia comunitaria Ixil, el
estudiante Aurelio Santiago Ceto fundamentaba su tesina en base de su
participación como secretario de las autoridades indígenas de su
comunidad. Este conocimiento es entonces “cualitativo y subjetivo y no
cuantitativo y objetivo”3 como prioriza el conocimiento occidental.
Conocer algo implica experimentarlo y ser parte del proceso de
aprendizaje. Nada se conoce en lo abstracto o puramente conceptual.
En la misma línea, el mundo
occidental se enorgullece de tener acceso ilimitado a información
aparentemente infinita. Si uno quiere saber sobre el manejo forestal,
por ejemplo, una simple búsqueda de Google dará suficiente información
para llenar años de lectura. Pero para el estudiante Domingo Cedillo
Cobo, el manejo forestal se estudia para “asegurar un buen futuro para
mis hijos para que tengan un ambiente lleno de mucha diversidad de
árboles que aseguran una abundancia de agua, aire limpio y buena tierra
para sembrar.” Conocer cómo manejar el recurso del bosque en la
comunidad implicaba una relación íntima con los árboles y sus diferentes
usos y con la comunidad y sus necesidades para la madera.
El joven Vicente Raymundo Cedillo
analiza el problema de la deforestación en su comunidad y cuenta que
“los maestros de las escuelas dan charlas a los estudiantes sobre el
árbol, pero los niños de hoy ni saben cómo respetar a los arboles. Los
maestros no reconocen a nuestra cultura como pueblo indígena y esto
contribuye a que perdamos nuestra ideología y mentalidad.”
Muchos jóvenes de la nueva generación
pueden repetir cabalmente los aprendizajes de la escuela sobre la
importancia del agua, del bosque, y de los demás recursos naturales.
Esto ha sido el supuesto gran logro de la educación bancaria occidental.
A pesar de haber memorizada la importancia del bosque, sin embargo,
pocos jóvenes hoy en día saben cómo cuidar los recursos naturales de su
comunidad porque ya se está perdiendo la experiencia comunitaria de
mantener un recurso colectivo. Si el conocimiento no esté sujetado a una
experiencia, se vuelve ajeno e inservible.
La última característica que del
conocimiento Ixil es que es un conocimiento holístico. Mientras que el
conocimiento occidental se divide por especializaciones, el conocimiento
indígena se preocupa en entender el todo.
Elías Solís estudió el problema del
conflicto entre las tres religiones presente en su comunidad. Su
investigación demostraba que el conflicto no era un tema que se podía
analizar separada de la totalidad de la vida de la comunidad. Para
hablar sobre la conflictividad que traía las diferentes religiones, lo
consideraba necesario explorar una variedad de temas desde el cuidado de
los árboles, la espiritualidad maya, la historia de la comunidad, el
rol del Conflicto Armado, etc. En vez de intentar aislar un concepto o
variable para estudiarlo en aislación de los demás como hace el
conocimiento occidental, el conocimiento Ixil busca entender las
relaciones de todo con el todo.
El conocimiento personal, transmitido
oralmente, basado en experiencia y holístico define el saber Ixil. La
apuesta de la Universidad Ixil es de crear un espacio para reivindicar,
visibilizar y rescatar este conocimiento para las futuras generaciones
del pueblo Ixil. Solo desde el plano de un conocimiento propio y
autónomo puede el pueblo Ixil seguir construyendo el camino de la B´anla
Tiichajil (Buen Vivir) perteneciente a su propia realidad. Pero más
allá de la importancia del conocimiento ancestral para los jóvenes
Ixiles, el conocimiento Ixil también aporta pistas para encontrar
respuestas a los problemas que afecta el mundo de hoy. La Universidad
Ixil, entonces, también existe como una insólita e importante
institución para anunciar y propagar un conocimiento históricamente
ignorado y rechazado que ofrece soluciones e ideas para responder a los
problemas que enfrenta el mundo globalizado.
Notas:
1 Marlene Brandt
Castellano, “Indigenous Knowledges in Global Contexts: M ultiple
Readings of Our Worlds”. University of Toronto Press. p 42
2 Castellano, p. 43
3 Ibid, p. 45
Fuente: www.rebelion.org
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