miércoles, 20 de febrero de 2019

El poeta del pueblo


El Poeta del Pueblo

Por Carlos Roberto Rodas Arango, Administrador de Empresas


“Cuando yo estaba embarazada,
Esperándote,
Sentía muchas ganas de comer tierra,
Arrancaba pedacitos de adobes
Y me los comía…”
Esta confesión de mi madre
Me desgarró el corazón.
Mamé leche de barro
Por eso mi piel
Es de color de tierra
(Humberto Ak´abal, poema “Embarazada”)


El 28 de enero pasado, falleció el poeta y escritor guatemalteco Humberto Ak’abal. Un poeta del pueblo que se enamoró del terruño propio y lo hizo arte. Se divorció de la poesía colonizada del verso y la prosa y creó una propia, autóctona y original, que permitió desarrollar un dialogo de saberes con términos maternos y originarios.
Nacido en el municipio de Momostenango en el año 1952, de ascendencia Maya K’iche’, vivió en íntimo contacto con sus raíces, tanto ideológica como culturalmente. En el año 2003 se le otorgó el Premio Nacional "Miguel Ángel Asturias" (máximo galardón que un poeta guatemalteco puede recibir) pero, para sorpresa de la prensa, lo rechazó públicamente; sus razones, comprensibles y dignas de una persona fiel a sus convicciones, fueron que el autor cuyo nombre representaba el premio había escrito una tesis en la que los pueblos originarios eran criticados injustamente. Por otro lado, ha aceptado varios reconocimientos, tales como el Quetzal de Oro y el Diploma Emeritíssimum que fue entregado por la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
La obra de Ak'abal es profunda y sencilla, invita al hermanamiento y a la aceptación, y mezcla con éxito elementos de su cultura y su lengua con los de las sociedades modernas. Pensaba y escribía sus poemas en idioma K’iche’ y se auto traducía al español. Fue uno de los poetas guatemaltecos con mayor reconocimiento en Europa y Sudamérica. Sus obras han sido traducidas al francés, inglés, alemán, italiano, portugués, hebreo, árabe, escocés, húngaro, estonio, en más de 20 idiomas. Sus poemas han sido publicados en periódicos y revistas de Guatemala, Centro América, México, Estados Unidos, Venezuela, Brasil, Colombia, Líbano, Japón, España, Francia, Austria, Suiza, Alemania, Holanda e Italia. Imagínese usted la “complejidad” de la traducir palabras como “Chirmol” o “Tamalitos”.
Entre sus publicaciones, se encuentran los poemarios "El animalero", "Lluvia de luna en la cipresalada" y "Las Palabras Crecen", y los libros de cuentos "Grito en la sombra" y "De este lado del puente". A continuación se presentan algunas pinceladas de la sabiduría de esta gran persona. De las poesías presentes, "Camino al revés” es clara muestra del tono que poseen sus escritos, que abordan cuestiones tan importantes como los principios y el respeto de una manera sutil pero impactante. Por favor, disfrútelo.

Camino al revés
De vez en cuando
camino al revés:
es mi modo de recordar.
Si caminara sólo hacia delante,
te podría contar
cómo es el olvido.

Canto teñido
Las hojas de los árboles
tiñen la voz
Por eso
el canto de los pájaros
es verde.

Vuelo
Soy pájaro:
mis vuelos son
dentro de mí.

No sé
Mi pueblo
Me vio salir en silencio.
La ciudad con su bulla
Ni cuenta se dio
De mi llegada.
Dejé de ser campesino
Y me hice obrero:
No sé si adelanté
O retrocedí.





Una persona
Una persona triste
no es una persona.
Es un pedazo de algo
que camina
con la mitad de la vida.

Piedras
No es que las piedras sean mudas;
sólo guardan silencio.

Allá
Allá
de donde yo soy
es el único lugar
donde uno
puede agarrarse de la noche
—como de una baranda—
para no caer
en la oscuridad

A veces ríos
Si llevan agua
son ríos.
Si no,
son caminos.

El triste
Yo prefiero ser triste.
De la muerte sólo me separa
el silencio.
¡Ay, de los alegres!
Para llegar a la muerte
tienen que pasar por la tristeza.

Hablo
Hablo
para taparle
la boca
al silencio.

Poesía
La poesía es fuego,
quema dentro de uno
y dentro del otro.
Si no, será cualquier cosa,
no poesía.

Pluma encendida
Mientras la pluma
se mantenga encendida
las palabras del poeta
deben arder sobre la hoja
hasta que el lector
quede ciego.


Si yo volviera
Si yo volviera,
no sabría por dónde
comenzar a buscarte.
La ciudad es tan grande.
Paso a paso
se me acabarían los pies.
Si supieras
que con cada suspiro
quisiera borrar el mar.
Cómo duelen los sueños.
Tengo miedo;
no sé si fuiste real.

Quisiera dejarte
Quisiera dejarte mi corazón
así como está:
roto.
Con el sueño de que tal vez
la grieta pudiera servirte de
puerta.


Se lamenta la muerte de tan insigne persona, puesto que Guatemala está necesitada de gente buena, que ame su origen, su comunidad y su tierra. Se lamenta la muerte de una persona honesta que tuvo la sabiduría de vivir según como creía, que sincronizó perfectamente lo que pensaba, decía, hacía y sobretodo sentía. Se lamenta de un artista guatemalteco.
Don Humberto Ak’abal (que no le gustaba que le dijeran “don”) fue víctima del colapsado sistema de salud, del perverso sistema nacional que tiene en la ruina al país entero. Como le escribió el Lic. Oscar Boj en su página de Facebook “¡WACHALAL! Que los naguales te den la bienvenida con un trago de cusha entre el pom y que las energías de los naguales te den su mejor sonrisa”.

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