Por
Moisés Gómez Cortez
Centro Universitario de Occidente
El
aparecimiento del capitalismo y el Estado moderno con su proyecto de sociedad,
entra en conflicto con la diversidad cultural existente en las sociedades, ya
que requería que toda persona se
integrara homogéneamente.
El colonialismo trazó fronteras y construyó Estados
sin tomar en cuenta elementos culturales de la población e implementó grupos
dominantes –en la mayoría de casos, extranjeros- ejecutantes en las políticas
de colonización. En el contexto de lo moderno, las diferencias culturales han
sido constantemente un referente de conflictos relacionados con la distribución
de los recursos. En varios Estados se han utilizado ideologías de carácter
racista para excluir a ciertos grupos sobre la base del color, sus elementos
culturales y rasgos físicos, lo que ha conducido forzosamente a desplazamientos
de poblaciones y asesinatos masivos.
La cultura moderna se refiere a la
cultura occidental, eurocentrista y/o estadounicentrista que en la mayoría de
los casos choca con las culturas locales que tienen su forma particular de
entender la vida y esencialmente la forma de manejar los recursos. Lo
occidental genera tendencias homogenizantes reduciendo espacio para la
permanencia de identidades étnicas. La globalización en lo económico y cultural
tiende a reducirla a lo folklórico, materializándolo por medio de las empresas
transnacionales y los medios electrónicos de comunicación masiva sin consideración
de lo étnico. Sin embargo, también se pueden observar aspectos inversos, donde
el avance tecnológico en la información provee a los grupos étnicos redes
culturales que contribuyen a revitalizar sus lazos culturales y renovar sus
expresiones.
Veamos entonces cuáles son los fundamentos teóricos de la
interculturalidad.
Inicialmente como lo plantea Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo por medio del Informe Nacional De Desarrollo
Humano (2005), Diversidad étnico-cultural: La ciudadanía en un Estado plural,
las distintas vertientes de análisis sobre la etnicidad, indica que desde la
mitad del siglo veinte se pueden identificar tres enfoques conceptuales sobre
el tema. Sin embargo, antes de abordarlos en conveniente intentar comprender el
concepto de etnicidad. En el recuadro No. 1.2 de dicho informe se lee lo
siguiente:
“La
primera vez que se registra el uso del término “etnicidad” es en 1953, por
parte del sociólogo norteamericano David Reisman. No obstante el término
“étnico” es mucho más antiguo; deriva de la voz griega “ethnos” –que a su vez
se deriva del término ethnicus-, que
originalmente significaba “pagano”. En el idioma inglés fue empleado de una
manera desde la mitad del siglo XIV hasta la mitad del siglo XIX, cuando
gradualmente comenzó a hacer referencia a características raciales. En los
Estados unidos de Norteamérica, alrededor de la segunda guerra mundial “étnico”
fue usado como un término para referirse cortésmente a los judíos, italianos,
irlandeses y a otras poblaciones consideradas inferiores a los grupos
dominantes de ascendencia británica. Desde la década de 1960, tanto los términos “étnico” como
“etnicidad” fueron acuñados por la antropología social anglosajona. Sin
embargo, ambos tienen múltiples acepciones que no siempre son definidas con
claridad al utilizarlos. En todo caso, casi todos concuerdan en que la
etnicidad tiene algo que ver con la clasificación de poblaciones y las
relaciones entre grupos. En la antropología social, se refiere a aspectos de
las relaciones entre grupos que se consideran a sí mismos, y son considerados
por otros, como culturalmente distintos. Si bien es cierto que el discurso
relativo a la etnicidad tiende a concentrarse en unidades subnacionales y/o en
minorías, las mayorías y los grupos dominantes, no por ello son menos
“étnicas”.
Entonces lo de “grupo étnico” y “relaciones étnicas” se
refiere a las relaciones entre grupos, definidas por el parentesco, la
solidaridad y una cultura. Sin que haya consenso en alguna definición. Sin
embargo, hay cierto acuerdo en que los grupos étnicos generalmente presentan,
en grados diversos, algunos rasgos que los caracterizan:
·
Un nombre propio, que identifica y
expresa la “esencia” de la comunidad que denomina.
·
Un mito acerca de la existencia de un
ancestro común, e incluye la idea de un origen común en tiempo y lugar que le
da al grupo un sentido de parentesco y de pertenencia a “una familia mayor”.
·
Una memoria histórica compartida, o
memorias compartidas de un pasado común, incluyendo héroes, eventos y su conmemoración.
·
Uno o más elementos de una cultura
común. Que no necesita ser especificada pero que incluye generalmente a la
espiritualidad, las costumbre, tradiciones y el idioma.
·
Un vínculo con una tierra natal/ancestral aunque no
necesariamente implica ocupación física; es suficiente la conciencia del
vínculo simbólico con ella.
·
Un sentido de solidaridad de parte,
cuando menos, de algunos segmentos de su población.
Ahora si veamos el tratamiento teórico inicial
en relación a los grupos étnicos. El primer enfoque recoge aquellos
planteamientos basados en el paradigma de la modernidad, pretendían negar que la existencia de grupos
étnicamente diferenciados fuera una realidad a estudiar, no se estudió la
diferencia étnica como tal, pero si a los diferenciados. Y tiene que ver con la
idea de la nación y propone que hay una tendencia inevitable hacia la
homogeneidad cultural dentro de los colectivos nacional-estatales, que los
americanos llamaron “melting pot” una política de asimilación cultural. Una
variante en América Latina fue el indigenismo que consistía en dejar su propia
cultura para asumir la dominante. La
creencia de que los diferenciados dejan sus raíces culturales para fundirse en
una nueva cultura.
Otra expresión de este enfoque, es la
que niega o reduce a su mínima expresión lo étnico, se ubica en ciertas
versiones de la teoría marxista. La división por clases sociales era la que se
consideraba en el ordenamiento social. La diversidad cultural era un remanente
de conformaciones sociales pre-capitalistas, considerada como parte de la
identidad de clase, por lo que, los grupos étnicos eran considerados colectivos
campesinos.
En los años sesentas del siglo veinte
fue haciéndose notorio que los grupos étnicos no desaparecían ni en la nación
ni en las clases sociales, es más, en su presencia se evidenciaba la
diferencia. De esa cuenta surgen otras interpretaciones de carácter
utilitarista, desarrollando la idea que lo étnico funcionaba como un recurso,
normalmente mientras se daba la total absorción a la modernidad. Esto mostraba
como la identidad étnica finalmente era un recurso que se abandonaba cuando ya
no era útil.
En los años ochentas del siglo veinte
diversas circunstancias hicieron cambiar los enfoques sobre la etnicidad porque
los grupos étnicamente definidos no desaparecieron, es más, se fueron
convirtiendo en actores políticos. Y por otro lado, las migraciones
transnacionales y el aumento del consumo
global, hacen obsoleta la vinculación directa entre territorio, sociedad y
cultura; bases del pensamiento modernista. Por lo que, la etnicidad pasa de ser
considerada como una desviación de lo homogeneizador que anticipaba el modelo
de la modernidad, a ser algo connatural de la vida social de este mundo global,
o como dice Ángel Pérez (2006:23) es muy difícil ya que las sociedades sean
monoculturales, que una sociedad se identifique con una sola cultura y
viceversa. Aquí es donde surge entonces el tercer enfoque, reconociendo que en
las sociedades hay diversidad cultural y que algunos llaman multiculturalismo, que retorna la
cultura como un elemento definidor del grupo y de la identidad. En esta línea
están los estudios culturales que se han realizado en las universidades estadounidenses. Del
multiculturalismo a la construcción de la interculturalidad.
Como dice Dietz, G. (2003) citado en el
informe Nacional de Desarrollo Humano (2005), el multiculturalismo como
doctrina política se origina en las transformaciones ideológicas que se
gestaron en los años sesentas en Estados Unidos y Canadá, y se ampliaron a
Europa en los años setentas u ochentas, buscando hallar una salida política a
la creciente diversidad étnica, cultural y de orígenes de las sociedades
post-industriales. Veamos los fundamentos teóricos de este enfoque.
EL
PLURALISMO CULTURAL
Como se ha mencionado antes, los
enfoques de pensamiento consideraban la diversidad cultural un problema, que
implicaba otorgarle un carácter de inferior o superior a los diferentes grupos,
asignando generalmente a los colonizadores el carácter de superioridad y a los
sometidos el de inferioridad. El pluralismo cultural es distinto, no clasifica
las culturas en inferiores ni superiores y no busca la homogeneidad cultural,
según Giménez, Carlos y Malgesini,
Graciela (2000) el pluralismo cultural es aquella ideología o modelo de
organización social que afirma la posibilidad de convivir armoniosamente en
sociedades, grupos o comunidades étnica, cultural, religiosa o lingüísticamente
diferentes. A diferencia de otros modelos, el pluralismo cultural valora
positivamente la diversidad sociocultural y toma como punto de partida que
ningún grupo tiene por qué perder su cultura o identidad propia.
Además estos autores indican que los
orígenes del planteamiento del pluralismo cultural se encuentran en Europa y en los Estados
Unidos, surge como resultado de diversas reflexiones críticas sobre los
fracasos de las políticas de homogenización que se desarrollaron en esas
regiones, concretamente podría destacarse 1)
los fracasos de los modelos asimilacionista y de melting pot; 2) la conciencia de lo que podríamos
llamar persistencia étnica, esto es, la constatación por estudiosos y “líderes
de opinión” de que, en contra de algunas predicciones procedentes tanto del
liberalismo como el marxismo, la etnicidad y la distintividad cultural no han
perdido presencia en el mundo contemporáneo sino todo lo contrario; 3) la formación en los países receptores
de inmigración, de nuevas comunidades étnicamente diferenciadas de nuevas
minorías.
El pluralismo cultural ha generado dos
propuestas importantes que surgieron a finales del siglo veinte y principios
del siglo veintiuno. En primera instancia la multiculturalidad o
multiculturalismo y en segunda instancia la interculturalidad o
interculturalismo.
LA
MULTICULTURALIDAD O MULTICULTURALISMO
Las palabras, los conceptos deberían de
ayudar a explicarnos de mejor manera el contexto, para entendernos, entender al
“otro”, y crear una sociedad más amable y no para generar confusión.
Para diferenciar la multiculturalidad
del multiculturalismo nos basaremos en lo que plantea Pulido Moyano, Rafael
(2010:25):
“Muchas
palabras que acaban del sufijo “-ismo” normalmente indican movimientos ideológicos,
teorías, discursos o formas de intervención acerca de alguna realidad social,
ya se trate de política (por ejemplo, el liberalismo), arte (por ejemplo, el
impresionismo), ciencia (por ejemplo, el cognitivismo) o cualquier otra parcela
de la actividad humana. El término multiculturalismo, en este sentido, no es
una excepción. Con él nos referimos a varias corrientes de pensamiento de límites
poco precisos. Ahora bien, ¿pensamiento acerca de qué? Podríamos responder
diciendo que se trata de un pensamiento acerca de lo multicultural o cerca de
la multiculturalidad. Tanto si usamos el neutro “lo” como si optamos por el
sufijo “-idad”. Parece que nos referimos, a algo que existe en el mundo que nos
rodea y que percibimos. De este modo, lo multicultural o la multiculturalidad
son presentados ante nosotros como algo que está ahí. Como un estado cosas que
existen, que están vigentes en nuestra realidad social inmediata.”
Entonces, multiculturalismo se utiliza
para referirse al discurso teórico sobre el tratamiento de la circunstancia
contextual dada y multiculturalidad se entendería a las situaciones sociales complejas. Sin embargo el autor europeo Lamo
de Espinosa citado por Pulido Moyano, Rafael (id.), utiliza el término
multiculturalismo para referirse tanto al discurso teórico o proyecto acerca de
la situación social dada como al hecho (a la propia situación social). En todo
caso es importante tener claro cuando los autores marcan diferencia de los
términos y cuando no.
En líneas generales podemos decir que
una sociedad es multicultural cuando en ella conviven grupos portadores de
diferentes culturas que tienen sus propias visiones de mundo, que profesan
espiritualidades distintas, que hablan idiomas diferentes. Toda sociedad
complicada es una sociedad multicultural
La multiculturalidad como propuesta de
organización social y política tiene sus orígenes en los Estados unidos y
Canadá en los años sesentas y se ampliaron a Europa en los años setentas y
ochentas, buscando una salida política a la creciente diversidad étnica,
cultural y de orígenes de las sociedades postindustriales. Y tal como lo
plantea el Informe Nacional de desarrollo Humano (2005) el multiculturalismo
llega a su madurez:
“El
multiculturalismo llega a su maduración en la década de los noventa del siglo
XX y se basa en el argumento de que se puede regir la diversidad bajo un
liberalismo que reconozca los derechos colectivos además de los individuales el
planteamiento de ciudadanía multicultural
de Will Kynmlicka se centra en el análisis de las cuestiones relacionadas a las
minorías nacionales y los grupos étnicos, “que han sido marginados dentro de su
propia sociedad nacional o de su grupo étnico”. Se plantean tres tipos de
ciudadanía diferenciada que ayudan a proteger a una minoría del poder económico
o político de la sociedad en la que están englobados:
v Los
derechos especiales de representación
para un grupo dentro de las instituciones políticas del conjunto de la
sociedad, que hacen menos probable que una minoría nacional o étnica sea
ignorada en decisiones que afectan globalmente al país.
v Los derechos de autogobierno,
que confieren poderes a unidades políticas más pequeñas de manera que una
minoría nacional no puede ser desestimada o sobrestimada por la mayoría en
decisiones que son de particular importancia para su cultura como las
cuestiones de educación, inmigración, desarrollo de recursos, lengua y derecho
familiar.
v Los derechos poliétnicos,
que protegen prácticas religiosas y culturales específicas que podrían no estar
adecuadamente apoyadas mediante el mercado (por ejemplo, subvencionando
programas que fomenten las lenguas y el arte de los grupos), o que están en
desventaja (muchas veces inintencionadamente) en la legislación vigente (por
ejemplo, las exenciones a la legislación de cierre dominical o pautas
indumentarias que entran en conflicto con creencias religiosas)”.
Estas ideas vienen de dos experiencias
concretas, una es el contexto estadounidense, se dirige a la población inmigrante, ante el fracaso de la política del –melting
pot- se inclina por aceptar la existencia de otras culturas fomentando la
participación política desde sus identidades diferenciadas.
En el contexto europeo surge al
reconocer la existencia de pueblos que ocupan territorios concretos, con
historia e identidades propias que reclaman reconocimiento político.
En América Latina, el multiculturalismo va tomando sentido
cuando la lucha de los indígenas demanda una serie de derechos, queriendo
transformar el contexto colonial en que se vive, dichas peticiones tuvieron eco
y fueron reconocidos por Naciones Unidas por medio del Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo, reconociendo su existencia y su
cultura.
En Guatemala, en el
contexto de finalización del conflicto armado y los Acuerdos de Paz, surge el
Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas –AIDPI-, que legítima lo maya como concepto étnico y la
categoría política de pueblo. Los
tratos teóricos cambian: los indios pasan ahora a ser mayas con historia; los
dialectos saltan a idiomas mayas; de idolatría a espiritualidad maya; de brujos
a guías espirituales mayas. También el AIDPI deja expreso el reconocimiento de
de las identidades garífuna y xinca como distintivas y diferenciadas. De esa
manera el multiculturalismo en Guatemala propone corregir los efectos de la
política homogénea, reconociendo abiertamente la existencia de grupos
culturalmente diferenciados dentro del Estado. Pero no aborda con ello la
eliminación de actitudes racistas o
existentes en la sociedad.
LA
INTERCULTURALIDAD
El pensamiento
relacionado con el respeto y la
promoción de la diversidad cultural ha evolucionado más allá del reconocimiento
de la multiculturalidad, para llegar al fomento de la interculturalidad,
abriendo la idea de un conjunto social único formado por una diversidad de
grupos culturalmente definidos, se origina el planteamiento de la
interculturalidad como una forma de entender la cultura del “otro”, para
obtener convivencia armónica entre grupos y personas que interactúan, dialogan,
y se encaminan a síntesis culturales.
¿Por qué apareció el
termino interculturalidad? En palabras
de Malgesini y Gímenes (2000:253) citado por Pulido Moyano (2010:28):
“La aparición del término de interculturalidad o
interculturalismo parece motivada por las carencias de los conceptos de
multiculturalidad y multiculturalismo para reflejar la dinámica social y para
formular el objetivo de nuevas síntesis socioculturales. Durante los años
sesenta y setenta pareció bastar la expresión multicultural como sinónima de
pluricultural. Pero recientemente y de forma paulatina, distintos autores
-desde campos muy distintos como la sociología, antropología, psicología y
pedagogía- han ido poniendo de manifiesto que la expresión multicultural puede
reflejar, como una foto fija, una situación de estática social: el hecho de que
una determinada formación social o país coexistan distintas culturas.”.
Según Alcina, Miguel
Rodrigo (1999) citado por Acevedo, Saríah (2008:147) el término
interculturalidad se origina en el ámbito
educativo y se expandió a otros campos, como la comunicación y la
mediación. Su consolidación teórica surge con la aportación del antropólogo
estadounidense Edward T. Hall, quien utilizó por primera vez el término
interculturalidad en el año de 1959. Sus formulaciones de Hall se centraron en
sus estudios, basadas sobre las percepciones que las diferentes culturas poseen
sobre el espacio y la idea de proximidad que moldea sus relaciones.
De acuerdo a Tubino
(2004) citado por Pulido Moyano (2010:28) la interculturalidad nace con
objetivos distintos en contextos diferentes. En Europa el discurso sobre
interculturalidad aparece vinculado a los procesos educativos dirigidos a los
migrantes procedentes de las antiguas colonias, en América Latina el discurso y
la práctica de la interculturalidad se originó como una exigencia de los programas de educación bilingüe de los
pueblos indígenas de la región. Como dice el autor, no es lo mismo plantear el
problema de las relaciones interculturales en sociedades post-coloniales que en
el interior de las grandes sociedades coloniales del pasado, como Europa.
La interculturalidad
como propuesta de organización social y política tiene tres principios básicos,
identificados por Giménez, citado por Acevedo, Saríah (2008:147):
·
El principio de ciudadanía (común o
general) que implica la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades
para todas las personas sin distinción.
·
El principio de derecho a la diferencia
o ciudadanía diferenciada, que implica el respeto a la identidad y derechos de
los pueblos y grupos socioculturales
·
El principio de unidad en la diversidad
Lo nuevo aquí es el
último principio, que somos parte de un todo, pero que los diferentes grupos
que la conforman tienen sus propias particularidades, visión de mundo, su
espiritualidad, su idioma, sus formas de hacer cosas, que a veces busca la complementariedad.
La interculturalidad es
conocer la cultura del “otro” o de los “otros”, entendiendo, respetando,
admirando culturas como mi cultura. Es una manera de comportarse, es actitud,
es una propuesta ética, es vivir en humanismo. Un aspecto que hay que resaltar en las
diferentes culturas es el conocimiento que poseen, ¿cómo responden a sus
necesidades? ¿Cómo resuelven sus conflictos? ¿Cuál es su organización
sociopolítica? ¿Cómo enfrentan los problemas del siglo veintiuno? No hay
culturas ni inferiores ni superiores ni tampoco
cultura de referencia para medir las otras.
Sin embargo el término en Guatemala tiene significados bien
particulares que muy bien los interpreta
el Informe Nacional de Desarrollo humano (2005:23) que lo indica así:
“…el
término “interculturalidad” se ha convertido en el más utilizado dentro de este
vocabulario, aumentado con ello la gama de significados y perdiendo claridad
conceptual. Por un lado, es utilizado de una forma descriptiva, para referirse
a cualquier tipo de relaciones o situaciones en que se encuentren o entren en
contacto diferentes culturas. Pero ese mismo significado se vuelve normativo
cuando “interculturalidad” se refiere a las relaciones cuando son armónicas,
como se desea. Por último, se referiría a las políticas necesarias para llegar
a esa situación.
Así,
la interculturalidad plantea una nueva forma de entender las relaciones en la
diversidad pero, por la cantidad de significados que se le da, corre el peligro
de perder utilidad. Además, si bien implícitamente, la interculturalidad
reconoce que las relaciones entre los grupos no son armónicas las acciones que
de ella se derivan colocan a la diferencia cultural como la causa, dejando de
lado o minimizando el hecho que las relaciones entre grupos son, en su origen y
cotidianidad, básicamente asimétricas y desiguales en todos los ámbitos de la
vida social. Algunos intelectuales mayas han manifestado su preocupación en el
sentido de que, detrás del planteamiento intercultural, y en nombre de la “armonía” y la “convivencia pacífica”, se siga tolerando el racismo y la
discriminación existente en la sociedad guatemalteca…”.
En todo caso, la interculturalidad es un
deseo que apenas comienza a buscar espacios para su construcción, que no es
fácil, tomando en cuenta que en Guatemala hay grupos dominantes, dominados (no
necesariamente comparten la misma cultura), mayoritarios, minoritarios. Es algo
que todavía hay que debatirlo, y teorizarlo.
LA
INTERCULTURALIDAD DEMOCRÁTICA
Tomar en cuenta el contexto histórico y
actual (se abordará de manera escueta) de los diferentes grupos étnicos
existentes en el país es importante para realizar planteamientos de
planificación del futuro.
En la época de la colonia existió jurídicamente la República de Españoles
formada por los colonizadores y criollos que dominaban la República de Indios
en situación de subordinación. Generando una ideología étnica segregacionista
con argumentaciones racistas donde lo blanco de la piel era símbolo de
superioridad intelectual, espiritual y moral; lo Moreno (café), significaba
“minoría de edad” y no se consideraban ciudadanos. Justificando así la explotación
económica de los mayas.
En la independencia de la corona
española se perfila el surgimiento del Estado nacional guatemalteco, adoptando
planteamientos liberales suponiendo una nación homogénea, negando la existencia
de cultura distinta a la oficial, que es de españoles y criollos: el idioma
oficial será el castellano, el Estado será laico pero se mantendrá la religión
católica, en lo jurídico el derecho romano y la forma de organización política.
Además, se realizaron cambios en el discurso: quien antes se le denominaba
indio ahora se llamará indígena; se impulsa la ladinización de los no
indígenas, homogenizando a todas las personas que no eran indígenas. A partir
de ahí, lo ladino se concibe como la negación, lo opuesto y lo superior a lo
indígena, que representará lo occidental, lo moderno y lo nacional. También se
impulsa la ladinización de los indígenas. Y el español, el criollo y otros
extranjeros que en palabras de Rosenthal, Gert (2005:15) son los gremios de
empresarios y/o grupos de presión de los sectores empresariales o como los
llama Casaus, Marta (1992:12) clase
dominante y también oligarquía, desaparecen del escenario de enfrentamiento étnico
y deja insertada en el resto de la sociedad la confrontación indígena-ladino.
Entonces se caracteriza Casaus, Marta
(1992:21) una oligarquía mestiza en sus orígenes, ladina y etnocéntrica en su
concepción del mundo, elitista y endogámica en su estructura familiar y que
étnicamente se considera blanca y sin mezcla de sangre india.
Si se parte del supuesto que la
población ladina tiene sangre española y local, entonces la clase dominante no
se considera ni indígena ni ladina. Es grupo aparte, por lo tanto es un grupo
étnico minoritario en Guatemala que posee el poder económico y también
político.
En los diez años de la revolución de
octubre, el Estado asume que el atraso de la población indígena (en ese tiempo
también se le denominaba campesina) era su cultura, propugna por la integración
de esta población, es decir, la ladinización. Política que aún no termina. Pero
la integración suponía la finalización de las diferencias culturales. La
finalización jurídica de esclavo de la población indígena favoreció que algunas
personas se sometieran a la política de asimilación, pero la mayoría no.
En la actualidad tenemos entonces al
pueblo maya, garífuna, xinca, ladino o mestizo ¿y los criollos?
Los criollos están organizados en
cámaras empresariales, y su representación legal es a través del Comité
Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras
–CACIF-. Que su misión según su página electrónica es la siguiente “somos una
organización representativa del sector empresarial organizado guatemalteco,
incluyente, propositiva, moderna y en permanente articulación con los distintos
espacios de la sociedad, para promover un país productivo cuyo crecimiento
económico y desarrollo social se fundamente en: Economía de mercado,
Democracia y Estado de Derecho”. Además,
hay que tomar en cuenta el espacio gubernamental que les ha abierto el
Presidente Colon con el Programa Nacional para la competitividad.
Desde
el punto de vista da facto se habla de los grupos de presión de los sectores
empresariales, que están conformados alrededor de 20 familias, Carlos
Castresana ex director de la Comisión Internacional contra la Impunidad en
Guatemala –CICIG-, en julio del año 2010 indicaba que Guatemala tiene un statu
quo endémico de corrupción, con diez familias que son dueñas del país desde el
tiempo de las colonias, y esa situación perdurará en el futuro, aunque ahora ha
irrumpido un nuevo jugador: el narcotráfico, y Juan Luis Font en ese mismo mes
(2010) indica: “como si fuera tan difícil establecer a qué grupos empresariales
se les identifica como el G-8, refiriéndose al grupo de las 8 familias, pero
dice que pueden ser más de ocho o diez familias”.
Es el mejor sector organizado del país a
nivel de grupos de empresas, a nivel da cámaras empresariales y otros gremios, y a nivel de federaciones de
gremios. Con su misión y objetivos bien claros.
Algo que hay que tomar en cuenta, son sus contactos y recursos
económicos que dan peso a su influencia.
Las familias dominantes están
interrelacionadas por las actividades económicas como la agrícola, básicamente
de exportación, el comercio, las finanzas, la industria, la construcción y
otras, es decir, posee el poder económico en el país y les interesa el poder
político.
No es extraño que la oligarquía o clase
dominante utilice su influencia en defensa de lo que percibe como sus propios
intereses como ocurre en cualquier sociedad, es decir, emplea su influencia
para modelar el alcance y contenido de la política pública en cierta dirección que satisfaga los objetivos del empresariado
a cualquier costo.
Los empresarios también son ciudadanos
guatemaltecos porque nacieron en este país aunque se consideren descendientes
de países europeos. Hay algunos empresarios de pura cepa que tienen doble
nacionalidad hispano-guatemalteco como el caso del ex Ministro de Gobernación
Carlos Vielmann, acusado por la muerte de presos durante su gestión. Escándalo
que se conoció en el mes de diciembre del 2010. Por su condición de ciudadanos
pueden participar en diversas
agrupaciones de la sociedad civil. Y aún más relevante, pueden participar en
partidos políticos y por medio de estos acceder al poder. Esta es una manera de
influenciar en la política pública. El empresariado como grupo de presión
frente al Estado puede influir involucrándose de manera directa en la actividad
política pasando por la mediación de los partidos políticos y por el voto
popular.
Con el poderío económico que cuenta la
clase dominante y su particular interés para influir en la política pública, se
podría pensar que si les interesa financiar a los partidos políticos o crear
sus partidos políticos, que son considerados como empresas que se les invierte
para generar ganancias, ¿cómo se logra esto? Posiblemente poniendo a personajes
en ciertos ministerios, por ejemplo, en el Ministerio de Finanzas Públicas,
Ministerio de Energía y Minas, Ministerio de Agricultura, Ganadería y
Alimentación, tener el control en la Junta Monetaria que constitucionalmente su
formación es Corporativa. También les interesa el qué hacer del Congreso de la
República porque ahí emanan las leyes, y otras instituciones para orientar la
política pública en dirección a defender sus intereses y/o privilegios. Y
dichas prerrogativas son mucho mayores que la inversión. En palabras de Rosada
Granados, Hector (1987:188-196) Este sistema de partidos se ha venido dando
desde hace años,…de cómo los sistemas de partidos han ido obedeciendo a las
veidades del bloque en el poder y de la estructura de autoridad… existe toda
una estructura de poder que condiciona el ejercicio del gobierno.
Por cierto, en los últimos gobiernos han
permitido que se nombre a una persona “indígena” por un periodo de tiempo en el Ministerio de
Cultura y Deportes, ¿será que a los
pueblos indígenas sólo ese ministerio les interesa?
Si se parte del supuesto que la clase
dominante está conformada alrededor de
20 familias, son pocos en relación con el resto de la población entonces
¿Cómo hacen para ganar las elecciones? Aquí hacen valer su poderío económico y
entre varios factores probablemente confían demasiado en el marketing. Para
saber cómo funciona, acudimos a la experiencia de Domingo Leiva (2011) experto
en el tema que nos dice:
“Asumido
por casi todos que quienes gobiernan las grandes cuestiones son “los mercados”
y que fuera de su lógica no hay alternativa política, lo importante para un
candidato es preparar una estrategia de marketing de carácter emocional. El
programa ya casi no interesa a nadie. El ciudadano pasa a ser considerado un
consumidor, parte de un público objetivo en el plan de comunicación. Los
sondeos y estudios motivacionales son la guía. Ganará quien mejor interprete
los sentimientos. Emociones y expectativas de los grupos diana.
Se
trata de montar un argumentario que produzca la identificación de los
electores-consumidores con el candidato-producto que lo desarrolla. Porque el
ciudadano, envuelto en esta dinámica, ha asumido que su papel no es el de
agente activo dentro de la sociedad, sino el de cliente de una mercancía
política que le van a vender.
Espera que le digan lo que quiere oír (el cliente siempre tiene la
razón), que el candidato se presente con un buen embalaje retorico, estético y
ético. Lo importante del nuevo “líder-producto” no es que sea inteligente y
racionalmente eficaz; lo realmente relevante es que sea atractivo, empático,
afectuoso, llano, cercano y alcanzable.
Los contenidos adquieren forma de slogan, que hace referencia a rasgos
personales del líder-candidato. Las frases llave se repiten mil veces hasta
conseguir que se fijen en la mente de la mayoría de la población (“una mentira
repetida el suficiente número de veces se convierte en una verdad absoluta”
decía Joseph Goebbels profeta de la comunicación política actual).”.
Con lo anterior posiblemente se pueda entender por
qué la publicidad electoral está presente casi todo el tiempo, aunque esta sea
ilegal y también el papel que juegan los medios de comunicación como la televisión “guatemalteca” abierta y
por cable, la radio y la prensa escrita. ¿Quienes sostienen financieramente
estos medios? En un alto porcentaje las
grandes empresas pertenecientes a las 20 familias, que durante el proceso
electoral los utilizan para sus intereses.
A todo esto ¿cómo se relaciona la interculturalidad
con la democracia? Si partimos que la diversidad cultural deberíamos abordarla
desde el punto de vista positivo, hay que reconocer que somos un país
multicultural desde antes que naciera el Estado guatemalteco, donde predomina el
conocimiento occidental, sin embargo, existen saberes locales y uno de ellos es el
Maya, con una historia gloriosa y sometida, pero viva. La interculturalidad
debería ser llevada a los partidos políticos[1]
por medio del conocimiento indígena, se supone que los mejores portadores de
ese conocimiento son los ciudadanos de los pueblos indígenas (xinca, garífuna y
maya), para dialogar democráticamente con diversos saberes. Ese diálogo debería
reflejarse en el escenario electoral con comportamientos donde se respete a la
persona y a colectivos de ciudadanos, pero también, en el ejercicio de
gobierno, materializado en las políticas públicas, es decir los privilegios
deberían llegar a la sociedad diversa, y así empezar a construir el Estado Intercultural
guatemalteco[2].
En ese diálogo de saberes, en algunos casos probablemente
haya complementariedad en conocimientos
e intereses, en otros casos, serán radicalmente opuestos, sin embargo el diálogo
hay que mantenerlo. Y para ello es necesario más organización y/o coordinación
de los pueblos indígenas con capacidad de propuesta y de presión.
Un camino es exigirles a los partidos políticos
existentes que dejen de ser monoculturales e inicien su proceso a la
interculturalidad democrática y, posiblemente otro sería que los pueblos
indígenas generen su propia representación política con carácter intercultural.
Porque incorporar personas indígenas (sin el conocimiento de su pueblo) a
planillas donde prevalece el conocimiento y práctica occidental, es una burla
para los pueblos indígenas.
Con todo, esto intentaré indicar qué entiendo por
interculturalidad democrática: es la participación de personas étnicamente
diferenciadas en conocimientos, participando en
organizaciones que legalmente
puedan acceder al poder político, para que los saberes estén al servicio de
toda la sociedad materializados en las políticas públicas y así tener pueblos
con mejor calidad de vida, más humanos, con más conocimientos para enfrentar de
mejor manera los retos de los nuevos tiempos.
Si hay un
partido político que proponga la
interculturalidad democrática le ofrezco mi voto.
Referencia
bibliográfica
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interculturalidad: sus orígenes como concepto y sus diferentes
interpretaciones” El Librovisor. Ediciones alternativas del Centro Cultural de
España en Guatemala
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elPeriódico, 16 de julio
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